viernes, 21 de agosto de 2015

VIDAS ANUDADAS

    Detrás de cada caluroso atardecer se encierra el deseo profundo, vago del regreso lúgubre, intempestivo del marido que se fue a recorrer aventuras por caminos sinuosos, sin ningún motivo verdadero. Tal vez por la cotidianidad de un contrato conyugal finalizado aunque vigente  en la materialidad de la letra legal, y yo la mujer casada, la que espera veinte años el día en que me consagre en la más pura y fiel de todas ¿Qué perversidad? ¿Acaso el abandono no es una violencia de género? Tendré que soportar el acoso callejero, las impudicias verbales, la castración para ser el modelo de mujeres. Esconder las miserias femeninas y humanas a la vez, mientras mi marido vaga por las camas de las trabajadoras sexuales.
       ¡Mejor no regreses: el divorcio ya se ha creado y quedas liberado! Reflexionó Patricia al momento que  tejía una carpeta debajo del lapacho en la interminable espera.



Adriana Comán.


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