¿En qué rincón de la humanidad quedaron las ideas encerradas? Vagan en el aire, pretenden ser respiradas por algún cerebro, ser escuchadas por alguna boca. Los asesinos fueron ellos, los del canon. Ese sacerdocio donde se convierten en religión para los profesores de literatura. Vagan, sufren de soledad, a ellas nadie las redimirá, serán consumidas como puchos en el cenicero que nadie limpiará.
¿Cuánta nostalgia aquello de la lectura? Vagan en la nube de los oprimidos.
Autora: Adriana Comán