lunes, 23 de enero de 2012


“BURBUJA DE SUEÑOS”          
  Callada, solitaria, Micaela continúa con sus labores hogareñas. Su familia  es un logro personal, la vida le sonríe, sus hijas significan su orgullo. Todo, fruto de haberse “casado bien”, con quien debía, tal como su mamá, su formación y la sociedad lo indicaba.
             Su burbuja, es imposible de penetrar, Micaela no teme, cree caminar firme, solo que sus pasos y su latir disminuyen; el espejo lo confirma, el tiempo, amante incuestionable de la corrosión y  la acrimonia, ha efectuado su camino por las arterias de su vida. Ella, ave blanca y sumisa, se detiene… momento en que el espejo frunce el ceño para estallar ante la burbuja, fino cristal, cárcel de los sueños enquistados.  



Autora: Adriana Comán



LA ESPIRAL Y EL LABERINTO”
         La mujer caminó como en una espiral porque fue lanzada a la vida para ello. La espiral era el sistema, quizás, o el modo en que caminaba, siempre igual… Trató de estudiar, tenía notas considerables y una disciplina rigurosa para hacerlo. Su familia lo notó y casi sin dudarlo hicieron la elección: abogada serás. Caminar y caminar, el camino le parecía siempre el  mismo.
        La mujer creyó ver otras opciones, abrió la puerta y se precipitó sobre un camino que se desprendía de la espiral que consideraba diferente: este era áspero, con dificultades y sin el apoyo de su familia o tronco; lo transitó y no advirtió que unos ojos sangrientos, con bocas petulantes y dedos sentenciadores la juzgaban. La mujer se tapó los oídos, creía estar sola, pero su vientre floreció.  Del camino ya no quedaba la espiral, sino un laberinto y de su mano ahora colgaba un hilo. Este hilo era sujetado en el otro extremo por una pequeña y dulce niña que lo maniobraba y lo guiaba por el embrollado lugar. La mujer confió en el hilo, dejó abogacía y las letras fueron escogidas, médula de su vida. Con el correr del tiempo estos símbolos adquirieron significado y, más tarde vida, plasmados en microrrelatos y poesías.
      En la proximidad de la salida del laberinto, ella escucha voces, una es muy tierna y clara le dice mamá sacate las vendas de los ojos, soy Ariadna, tu hija, y estoy en la puerta del laberinto de la forma en que  estaba míticamente estipulado. Salí mamá y vamos a cenar con nuestra familia, Lucas y Bautista nos esperan.
     La mujer se quitó las vendas… La mujer es Adriana Comán.     
   


Autora: Adriana Comán.