domingo, 30 de junio de 2013

" Seducido por la Sirena"

    Aún cuando Octavio fingió no haber escuchado el canto desaforado de la mujer, que incluía aleteo de manos y gestos gelatinosos en cámara lenta.
    Lucía insistió, fue por más: primero un zamarreo, luego un estruendoso cachetaso y finalmente una patada en el trasero. Nada seductor para una dama.
             -¡Qué patético que sigas aquí desgraciado infeliz!-, era el estribillo de Lucía.
    A Octavio nada de esto le aterraba, es más lo seducía convivir con ese canto del que se había enamorado hace veinticinco años atrás. 

                                                  Autora: Adriana Comán. 




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