Ellos caminaban junto al laberinto cotidiano del ser, advertían cada milésima de segundo y hacían un planeamiento metafísico sobre la rutina del viaje. Lo que no pudieron prever los lóbulos oculares en cuestión, fue la caja física donde estaban depositados y que eran manipulados por el loco idealista que les enseñaba sobre que o quien fijar la atención: la subjetividad humana llamada corazón.
Autora: Adriana Comán
Muy bueno Adri. La subjetividad humana llamada corazón. Cuanta verdad! A veces los ojos también se dejan engañar.
ResponderEliminarSí los ojos se dejan engañar por el corazón aveces =) .Gracias por leer
ResponderEliminar