Fue la Manuela la que lo echó todo a perder, con eso de conquistarse el amor de un blanco. De un blanco europeo que vino a nuestra selva a llevarse el fogón, a dejarnos sin tierra, a tragarse el maíz, a tomarse las aguas de nuestros ríos. Fue ese amor quien traicionó la piel, fueron los colores los culpables: el marrón del mimbre y el níveo. De esa unión cromática surgió el capitalismo . La guerra económica es ecológica, mueren las aguas, se aplanan las montañas, pierden sonidos las aves, los árboles se cansaron de nacer, el rey perdió su corona y las estrellas se fueron a dormir al fondo del mar. ¡Sí, Manuela! vos eras una reserva natural de la humanidad y de la historia, quedamos unos cuantos sin arco ni flecha pero anclados nuestros pies, nuestras raíces al suelo, los blancos vienen con topadoras, la revolución es sueño y el sufrimiento es real.
Autora; Adriana Comán
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